El Pregón: Se pierde parte de la cosecha de cereales y nos quieren meter la mano en la caja de la PAC

Será debido al cambio climático, o no, pero una parte de la cosecha de cereales se ha perdido por las elevadas temperaturas registradas en los últimos días, impropias de esta época del año. Ha sido, sin duda, una de las noticias de esta semana en la que ya han comenzado las labores de siega en las zonas más tempranas de las provincias de Cádiz y Sevilla. No obstante, los daños más importantes se están produciendo en las comarcas productoras de las dos Castillas, Madrid y Aragón. También hay que recordar que en la mitad occidental de España, o en la vertiente atlántica, como se prefiera, ha llovido menos de lo habitual y la sequía ha seguido ahí. Un ejemplo claro es la falta de agua en las charcas en las que el ganado sacia su sed. En Francia, las cosas tampoco pintan bien debido a la confluencia de la falta de precipitaciones y de las altas temperaturas, lo que se notará también en la cosecha de cereales.

Suma y sigue: el Consejo Internacional de Cereales ha revisado a la baja en 24 millones de toneladas su previsión inicial de producción en la campaña 2022-23 que está a punto de comenzar. Aun así estaríamos hablando de la segunda cosecha más importante de la historia. Pero el problema radica en que el consumo de estos productos sigue disparado y las existencias al final de la campaña estarían muy por debajo de la cifra emblemática de los 600 millones de toneladas, quedándose en 580 millones. Conclusión: hacen falta más cereales. En este contexto cobra especial importancia la petición que han hecho los eurodiputados agrícolas del Parlamento Europeo, que han solicitado a la Comisión Europea que se derogue la normativa sobre barbechos también en 2023, para que se pueda aumentar la capacidad productiva de las tierras de la UE.

Y, hablando de Bruselas, los de la Comisión Europea pretenden meter la mano en el dinero de la caja agrícola, en el dinero de la PAC, para financiar un plan destinado a producir más biogás y reducir así la dependencia energética que tenemos de Rusia. En total se dedicarían a ese plan presentado esta semana 37.000 millones de euros y se propone que los Estados miembros destinen al mismo, eso sí, dicen que de forma voluntaria, unos 7.500 millones de euros procedentes de la política de desarrollo rural. Conocido esto un eurodiputado que se llama Herbert Dorfmann ha salido al paso y ha dicho lo siguiente: “primero, está la alimentación humana; después, la alimentación de los animales y, a continuación, la bioenergía”. Comparto este orden de prioridades


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